A Ghost Story: almas en pena
Título original: A Ghost Story
Año: 2017
Duración: 87 min.
País: Estados Unidos
Dirección: David Lowery
Guion: David Lowery
Música: Daniel Hart
Fotografía: Andrew Droz Palermo
Reparto: Rooney Mara, Casey Affleck, Rob Zabrecky, Will Oldham, Liz Franke,Sonia Acevedo, Augustine Frizzell
Productora: Ideaman Studios / Sailor Bear / Zero Trans Fat Productions. Distribuida por A24
Ficha Técnica
Por Nicolás Salas
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Estamos constantemente bombardeados por el cine mainstream y películas vacías, que casi es difícil acceder al cine de autor. Es cuestión de buscar y buscar, hasta que nos topamos con joyas como esta.
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“A Ghost Story” es una película independiente, dirigida por David Lowery (“Ain’t Them Bodies Saints”) y protagonizada por Rooney Mara y Casey Affleck como una joven pareja que solo se identifica con las iniciales M y C, respectivamente. Todavía hay un gran afecto entre ellos, pero sus disputas domésticas están aumentando y ambos saben que su relación se acerca hacia un final inminente. Sin embargo, una escena clave al comienzo de la película da un indicio de hacia dónde se dirigen. M le cuenta a C sobre su ritual infantil de secretar notas escritas en trozos de papel en los rincones y recovecos de lugares en los que ha estado con la esperanza que un día ella pueda regresar y probar que ha estado allí y, por lo tanto, que realmente existe. Este dato es clave, no solo porque la cinta gira sobre temas metafísicos, el paso del tiempo, el olvido y para qué estamos en el mundo; sino porque este trozo de papel es el Macguffin (googlea si no sabes lo que es) de la película y por el que C encontrará un sentido a su existencia espectral.
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Luego, la cámara de Lowery cambia bruscamente a la escena de un accidente automovilístico, en el que nos enteramos de que el hombre ha muerto. Su esposa asiste a la morgue para identificarlo, y solo una sábana blanca cubre el cuerpo de C. Después de que ella se va y tras una larga toma, el hombre se levanta con esta sabana y comienza un tortuoso y poético camina hacia su hogar; el fantasma silencioso pronto aprenderá que el tiempo en esta nueva dimensión funciona de manera muy diferente: observa a su esposa sentarse y afligirse en silencio con la cabeza en sus manos, luego, lentamente, ella continua con su vida. Mientras mira, días, semanas y meses pasan volando en un parpadeo de ojos fantasmales.
A pesar de que la temática son los fantasmas, no es una película de terror, sino un excepcional drama que toma la fórmula de "casa embrujada" y la lleva por caminos inimaginables, con una sensibilidad única y un estilo visual que forma parte integral de su melancólico mensaje.
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Elegir a Casey Affleck como el tipo cubierto por una gran sabana es una decisión similar a la de Lenny Abrahamson de ponerle una cabeza de papel maché a Michael Fassbender en “Frank”. Pero así como Fassbender logró transmitir tanto humor como patetismo a pesar de su enorme impedimento, Affleck imbuye lo que podría ser una presencia absurda, al merodear durante 90’ con una tela blanca, en una escalofriante sensación de agonía, un sentido de pérdida y una creciente frustración. En sus movimientos económicos, reconocemos a un alma a la deriva y cada vez más desprovista de todo menos de su dolor.
C está condenado a quedarse en la casa y alrededor de ella por toda la eternidad, pero no tiene el mismo adiós agridulce que disfrutó Patrick Swayze en “Ghost” o el golpe de realidad que sufre Bruce Willis en “El sexto sentido”.
La figura desolada en la sábana blanca es en su mayoría una presencia estática observando con tristeza y sin comprender como el tiempo avanza y el mundo cambia a su alrededor. Nuevos ocupantes se mudan a la casa, los años se convierten en siglos, la casa cae en abandono, se construye un gran rascacielos futurista donde una vez estuvo su hogar. . . cuando tienes toda la eternidad para simplemente mirar en confusión y pensar, el tiempo carece de sentido. Aunque no está completamente solo: otros fantasmas aparecen de vez en cuando, y sin palabras comunican su confusión y tristeza. Uno le dice a nuestro fantasma, mediante mímicas, que está esperando a alguien, pero ya no puede recordar a quién.
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El fantasma, que se hace incluso viajero del tiempo y asiste a un eterno retorno nietzscheano, e intenta darse muerte en la propia muerte y asiste al fantasma de su propio fantasma, encuentra su razón de ser, que es, meramente, recordar; o saber quién es. Entonces, aparece el papel, el MacGuffin, la razón de su errante existencia depositada en un escondrijo de la casa y, en un acto de ¿contrición, penitencia, concienciación, revelación?, desaparece.
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Brillante reflexión acerca de lo efímero de nuestra existencia, la soledad del duelo y el temor al olvido; pero por sobre todo, el director hace hincapié sobre el tiempo, la rapidez con la que pasa y la manera despreocupada con la que lo desperdiciamos. Lowery también ha hecho algo bastante profundo aquí: puede haber logrado transmitir lo que realmente significa estar muerto.
No estoy seguro si esta historia de fantasmas podría ser la más inquietante y extraña que he visto, pero ciertamente es la más triste.
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DATO DE COLOR
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La película está encuadrada en un formato 4:3 con el objetivo de captar el encierro y crisis existencial por el que pasa nuestro fantasmal amigo.
LO MEJOR
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Los curiosos giros argumentales, basados en la circularidad del tiempo, redondean su profunda temática.
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La música sombría del violonchelo, produce un dolor y vacío interno durante 92 minutos.
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El MacGuffin del papel.
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Reflejar un fantasma de la forma más infantil y caricaturesca que lo conocemos y agregarle seriedad y una profunda reflexión, es de valiente.
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El fantasma (Affleck) a pesar de ser una sábana con ojos consigue transmitir lo que siente.
LO PEOR
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Que también puede ser lo mejor, es la angustia existencial que nos deja.
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Por momentos se nota demasiado la influencia y ganas de imitar el cine de Terrence Malick, que cae en lo pretensioso.
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Su falta de dinamismo y de diálogo, y el abuso de los planos estáticos producen aburrimiento e impaciencia. Por lo que los fans del cine mainstream deberán abstenerse.